Sábado 09 de octubre. Santiago.
Me fui a San Pablo, la última estación de la línea uno del metro en donde tenía que llamar a Carlos para que me diera las indicaciones de cómo llegar al lugar en donde se iba a realizar el encuentro. Me bajé a la altura del 9000 en la calle San Pablo, en Pudahuel. Los muros a pintar rodeaban la plaza, donde había una multicancha y juegos.
10:00 am, luego de conocer a Carlos, y a las demás personas que participaban del centro cultural que organizaba el encuentro, conjuntamente con la brigada Ramona Parra, conocí a los niños con los que intervendríamos el muro.
Como había mandado este blog a Carlos, el me sugirió trabajar con los niños del lugar. Al comienzo llegaron 3, pero avanzado el día llegarían app unos 15 niños en total. La idea nació de ellos, pintar a niños jugando entre casas y un paisaje verde, entre flores, árboles, y un río con peses.
Al comenzar a pintar el sol pegaba fuerte, así que una de las personas que ayudaba nos consiguió un toldo, el que armaron los niños.
Y comenzamos a pintar. El muro presentaba imperfecciones, pero no fue obstáculo para pintarlo y darle vida.
Los niños tuvieron el apoyo de los padre, y eso le dio un valor mayor a la actividad.
En la pared de la sede que daba hacia la plaza, pintaron los amigos de Mendoza, ilustres invitados a este gran encuentro de hermandad. El diseño del mural presentaba en el centro un cóndor representando a los pueblos latinoamericanos, y en el suelo a un toro muerto, representando a los españoles. A los costados unas manos sostenían una cadena cortada al centro.
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